Valores Franciscanos.

Amor a la vida y la verdad: La persona se constituye como el centro y pilar de nuestra actividad. En una realidad donde la grandeza de ser es cada vez menos reconocida, es esencial fomentar el respeto por la vida y el cultivo de la sensibilidad a través de diversas actividades que acerquen a la persona a sí misma y a su entorno.

Fomentar el Cristo centrismo, ser capaces de ver al hombre como un reflejo de Nuestro Señor Jesucristo. Y ser, asimismo, capaces de realizar una crítica seria de nuestra realidad y nuestro tiempo para mantener un camino constante de cuestionamiento, investigación y búsqueda de la verdad.

Fraternidad y solidaridad: Es importante recordar a cada momento que el individuo no es autosuficiente, no puede vivir ni desarrollarse de forma aislada, necesita al hermano y hermana con quien convive. Y, aún más que el simple convivir, llevar a la práctica la idea de “vivir los unos para los otros” fomentando un constante servicio a los demás. Educar siempre en el respeto por la persona, el diálogo y encuentro, la familiaridad y la relación con las diferentes culturas.

Cuidado de la Hermana Tierra: Un valor central en el actuar franciscano es ver en la naturaleza la grandeza de Dios y considerar a la persona como parte activa del universo y, así, al aceptar que cada acción impacta en nuestro entorno y nuestro mundo, educamos en la protección y preservación del medio ambiente.

Paz: Creemos en la posibilidad de vivir una civilización fraterna y de amor. Afrontando el crecimiento de la violencia formamos a nuestros jóvenes en los valores y prácticas que se necesitan para construir una cultura de paz, tranquilidad y quietud.


Libertad: La libertad como la responsabilidad de pensar y actuar tomando conciencia y atención por los derechos de los otros.

Responsabilidad: La capacidad existente en toda persona de conocer y aceptar las consecuencias de un acto suyo, inteligente y libre, así como la relación de causalidad que une al autor con el acto que realice.

Alegría: Todas nuestras actividades con el signo característico de la vida franciscana: la alegría. Ánimo y entusiasmo para enfrentar tiempos difíciles; júbilo y regocijo para celebrar los buenos momentos y, en general, sencillez y satisfacción al desarrollar cada actividad a lo largo de nuestra vida son características de la labor Franciscana.

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